¡Ya llegó!

Iniciamos un nuevo año y renovamos optimismo y propósitos de ser mejores y de que las cosas vayan mejor y pretendemos superar los problemas y dificultades del pasado reciente.

Para los mexicanos la principal preocupación fue la pandemia, nos limitó en nuestras actividades laborales, semiparalizó la economía y ponemos nuestras esperanzas en que la ansiada vacuna llegué y se aplique en México.

La gran noticia es que ya llegó y que ya se empezó a aplicar en diversos países del mundo, entre ellos México, Con bombo y platillo las autoridades anunciaron el arribo de las primeras tres mil vacunas, que de inmediato se aplicaron, mayoritariamente en la Ciudad de México.

Pero aquí aparecen las preocupaciones, una de ellas parte del número de connacionales a vacunar, que se estiman en 88 millones de población objetivo, descontando de la población total a los menores de 18 años que, por las características del medicamento no son vacunables.

La preocupación se agrava ante la falta de claridad de cómo se aplicarán, al parecer no hay una estrategia que nos ilustre. Unos calendarios dados a conocer definen los tiempos en que cada grupo de edades, priorizándose el personal médico y de apoyo que atiende a los enfermos de COVID.

Ya se está vacunando al personal médico y el presidente anunció que para marzo (¿principio o fin de mes?) se terminará de vacunar a los mayores de 60 años.

Ya en los primeros días se presentaron anomalías, médicos denuncia de que médicos que no están involucrados en la atención a enfermos COVID han sido vacunados en detrimento de quienes, si estañen el frente de atención, eso pasa habitualmente en este sufrido país.

a la fecha se han vacunado 44 mil mexicanos desde el 24 de diciembre, el 0.05 por ciento de la población objetivo, un promedio de 10 mil diarios, en tanto en Estados Unidos ya se vacunaron cuatro millones, en Israel el 12 por ciento de la población. Eso aumenta nuestras preocupaciones.

Veamos números, si la población objetivo de 88 millones, en Querétaro la podemos estimar en un millón 800 mil mayores de 18 años, de ellos 273 mil pueden ser población mayor de 60 años.

Si se cumple el anuncio presidencial de vacunar a eso mayores en 60 días, antes de marzo, se tendrían que vacunar un promedio de cuatro mil 500 queretanos por día, si se laboran sin descanso ocho horas al día, se vacunarían al día 569 personas, parece factible, pero si consideramos que cada vacunado debe permaneces bajo observación médica un promedio de 15 minutos, para vacunar ese universo se requerirán 142 puestos de vacunación y en cada puesto un mínimo de tres enfermeras y un médico para observación y seguimiento de los vacunados. Eso solo para vacunar a los mayores de 60 años, que representan cerca del 13% de la población total del estado, ¿cómo se presentar esta situación en otros grupos de edad?
¿Se tendrá la capacidad operativa para hacerlo, o como se ha previsto esta operación al detalle?

A estos requerimientos se suman las relativos al traslado y resguardo de las vacunas y al acceso para que llegue a poblaciones pequeñas y distantes.
Este es solo un ejemplo de lo que se puede esperar, se describe ante la falta de información de cómo instrumentar la vacunación para que la población objetivo sea vacunada al mes de junio, esa carencia informativa propicia la especulación sobre la capacidad del estado para la vacunación.

La esperanza pude ser frustrada y sumaría al país en una profundización de la crisis de salud que nos afecta dramáticamente y sus perniciosos efectos en la economía se resentirán aún más y puede impulsar un rebrote mayor en los contagios y muertes.

De ahí la necesidad de que los mexicanos conozcamos como va a funciona la operación de un programa nacional de vacunación.

Mientras, esperemos con la paciencia del padre Job.

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