Toño Zapata arrastra al panismo con su demencia senil

De acuerdo al sitio Medline, especializado en temas de salud, la demencia senil se define como una pérdida de la función cerebral que ocurre a causa de ciertas enfermedades.

Esto afecta a una o más funciones cerebrales como la memoria, el pensamiento, el lenguaje, el juicio o el comportamiento, esto se da a partir de los 65 años, aunque también puede darse antes.

El primer síntoma, es el olvido.

Esto viene al tema porque en la toma de protesta de la 61 Legislatura de Querétaro, en la figura del diputado Antonio Zapata Guerrero, se dieron las primeras muestras de demencial senil de una forma de gobernar que ya no beneficia a nadie.

Este síntoma se da por la enfermedad del poder a toda costa, usando todo tipo de maniobras para conservar lo que, en las urnas, el pueblo otorgó a otra opción política.

Si bien es cierto que ya había señales de agandalles sin pudor alguno, como el cambiar la ley orgánica del Legislativo para modificar las reglas de quien presidirá la JUCOPO, el nombramiento fast track de los nuevos magistrados o del fiscal general, entre otros, lo que sucedió en la toma de protesta de la Legislatura de Querétaro, rebasó los límites de la política a lo panista.

Con 71 años de edad, Antonio Zapata, en su investidura de legislador decano, fue el que llevó a cabo la instalación y toma de protesta de los nuevos integrantes de la nueva legislatura de Querétaro, que estará en funciones en el periodo 2024-2027.

Desde un principio, proyectaba el cuatro veces legislador panista nerviosismo y los presentes en la sala de prensa bromeábamos que, por su edad, se le estaba olvidando el protocolo.

No era olvido, sino angustia.

Angustia de las consecuencias de un plan que, rompiendo los protocolos y las reglas no escritas en el quehacer legislativo, llevaría a cabo y estaba consciente, de las consecuencias que le traerá.

Sin más, cuando en el orden del día el quinto punto era la elección de la nueva mesa directiva, el diputado panista, declaró receso.

Incrédulos, los legisladores de Morena lo increparon, pues no estaba en sus facultades y una burda chicanada.

Espantado y con cabeza agachada, apresuró el paso para salir, pero los mismos morenistas evitaron que se fuera.

No fue hasta que el diputado Guillermo Vega, lo abrazó y lo llevó hasta afuera del Teatro de la República, como el nieto que lleva al abuelo desvalido.

Ese momento, Antonio Zapata ya no era el panista que se negó a decirle presidente a AMLO y se refería a él como “López”; ya no era el presidente de la Mesa Directiva que trataba con la punta del pie a los trabajadores de la Legislatura y obstaculizaba a más no poder a los diputados morenistas, negándoles hasta agua para sus oficinas; ya no era el operador eficiente que en Sesión de Pleno, mientras orinaba, le ofrecía un viaje todo pagado a un diputado morenista para que votara a favor de un magistrado; ya no era el cínico que se burlaba de todo lo que hacía López Obrador en cara de las diputadas morenistas.

Hoy es un pobre diablo que le ordenaron hacer el trabajo sucio, con tal de no perder el poder.

Su argumento fue “es para llegar a consensos”.

La razón del acto: el PAN, el partido del gobernador Mauricio Kuri, no cuenta con la mayoría de votos para tener la Mesa Directiva y, por ningún motivo, se la quieren dejar a Morena, cuya propuesta es Andrea Tovar.

La maniobra es, como si fuera tiendita Aurrera, cooptar a aquellos diputados con promesas y dádivas, a cambio de cambiar su voto a favor del panista Gerardo Ángeles Herrera.

Un tema importante, en este momento la Cuarta Transformación no cuenta con 13, sino con 14 votos para obtener la Mesa Directiva.

El receso es ilegal y antiético por este motivo: de acuerdo a especialistas en temas legislativos, los Artículos 62 y 28 de la Ley Orgánica del Congreso del Estado, facultan solo a la presidencia de la Mesa Directiva declararlo y el decano, es solo protocolario.

Ante tal acto, violentó los derechos de los restantes 24, ya que la Mesa Directiva es la que debe avisar a los demás poderes de su existencia y emitir el decreto de instalación.

Antonio Zapata fingió un episodio de demencia senil para hacerlo.

Posiblemente encontrarán alguna laguna jurídica para justificar su acción; dirán “lo que no está prohibido, está permitido”.

Pero que fue un acto antidemocrático, lo fue.

Sin embargo, este acto tendrá carambolas de varias bandas. Se está explorando la posibilidad que, en el Congreso de la Unión, se lleve a cabo un procedimiento de juicio político en contra de Antonio Zapata Guerrero, por atentar contra los derechos ciudadanos de las y los queretanos.

Porque la secretaría de la Comisión Juridiccional del Senado de la República, es la queretana Beatriz Robles.

Quiere jugar rudo, responderán rudo los morenistas.

Saben los panistas que, si Morena se apodera de la presidencia, revisará con lupa el proyecto de presupuesto de ingresos y egresos de Gobierno del Estado.

No podrán maniobrar, como en años lo han hecho, de entregar el proyecto a los diputados 24 horas antes de la Sesión de Pleno para no poderlo revisar y consultar.

Además de la revisión a fondo de las tablas de valores de los municipios.

No es poca cosa.

Los actos solo son muestra que el panismo gobernante está en proceso de demencia senil: se les olvidó el principio básico de la democracia que son los acuerdos con todas las fuerzas.

Su comportamiento porril con que se conducen, solo enervó los ánimos que, parecían superados después de la campaña.

Su esquizofrenia de acusar a Morena de intolerante, cuando en sus actos de gobierno han violentado no a un partido, sino a todos los ciudadanos queretanos que optaron por un proyecto distinto.

La demencia senil del panismo es conveniente para ganar tiempo, pero no para un proyecto ganador para el 2027.

Antonio Zapata es el claro ejemplo del panismo en decadencia.

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