Hace una semana acudimos miles de mexicanos al Zócalo capitalino para escuchar a nuestro Presidente Andrés Manuel López Obrador.
No fue cualquier reunión, nos congregamos para festejar el Tercer Aniversario de la toma del poder por parte de la Cuarta Transformación.
Nos merecíamos la fiesta, después de dos años difíciles para todas y todos los mexicanos por la pandemia del COVID-19.
Hay motivos para sentirnos orgullosos de tener un Presidente como López Obrador: los programas de Bienestar están llegando a todas aquellas y aquellos que lo necesitan, sin distingo alguno; a pasos agigantados se va erradicando la corrupción, enquistada en la clase política neoliberal; la búsqueda de la autonomía energética, con la construcción de la refinería de Dos Bocas, la iniciativa de ley para una nueva reforma eléctrica; obras de gran magnitud como el Tren Maya y el Canal Transísmico, entre otras.
No fue una fiesta para rendirle culto a una personalidad, sino fue un carnaval de auténtica democracia del pueblo, organizada por el pueblo y como invitados de honor, el pueblo.
Fueron muchas las emociones que estuvieron presentes. Muchas imágenes que colorearon esta fiesta de la Cuarta Transformación.
Quiero destacar los miles de jóvenes que estuvieron en el Zócalo y sus alrededores, atentos al discurso del nuestro Presidente.
Hay una nueva generación que viene con bríos, que ya son los artífices de la Cuarta Transformación. Un futuro que ya llegó.
De todos los estados acudimos el llamado a festejar un hecho histórico.
Querétaro no fue la excepción. Cientos de queretanos, de todos los municipios, acudimos al llamado a hermanarnos de nuevo, a encontrarnos, a reconocermos como compañeros de una lucha que está dando frutos.
Más allá de todo, somos mujeres y hombres que buscamos una transformación profunda, de fondo. Me siento privilegiado de ser protagonista y, a la vez, testigo de un episodio crucial en la historia de México.
Estamos librando batallas en contra de los intereses creados, de esa oligarquía que piensa que el pueblo es ignorante y que solo las élites pueden decidir por ellos.
Seguimos al pie del cañón.
Pero el primero de diciembre, festejamos los tres años de Gobierno de nuestro presidente.
Lo merecemos.