Sin Permiso-Líderes de Opinión
Nuestro punto de vista
La migración de nuestro país hacia los Estados Unidos cuenta con una larga tradición histórica y continúa siendo un tema actual, de vital importancia para ambos países y sumamente controversial.
La mayoría de los mexicanos que toman la difícil decisión de “irse al norte” responde a una compleja combinación de factores, entre los que se encuentran falta de alternativas para conseguir trabajo; salario bajo; sin acceso a servicios de salud; incertidumbre sobre su futuro económico; inseguridad generada por la violencia sostenida y generalizada en nuestro país; necesidades básicas insatisfechas; frustración en las expectativas de vida y nula realización personal.
Con todo ello se incumple el mandato constitucional de bienestar de la sociedad.
Es importante mencionar que la presencia mexicana en Estados Unidos tiene sus inicios en 1848 con la firma del Tratado de Guadalupe Hidalgo mediante el cual México cedió a Estado Unidos los actuales estados de Nuevo México, Alta California, Arizona y parte de Colorado, Nevada y Utah.
De esa manera casi 100 mil mexicanos se convirtieron de “golpe y porrazo” en ciudadanos estadounidenses.
No obstante que desde 1924 se creó la patrulla fronteriza, nunca ha tenido el éxito que se esperaba. El ingenio del mexicano se manifestó como siempre y surgió la figura del “coyote”, que hasta nuestros días ayuda al migrante sea mexicano o de alguna otra nacionalidad a cruzar al otro lado.
Por necesidades de mano de obra se acordó con México el “Programa Bracero”, que permitía la entrada legal de mexicanos a laborar en territorio norteamericano. Este programa inició en 1942 y termino en 1964.
Al terminar, detonó prácticamente el inicio de la migración de mexicanos a Estados Unidos de manera indocumentada.
Adicionalmente a lo descrito, existen un sinfín de penurias por las que atraviesa el flujo migratorio, como ejemplo tenemos a algunas enfermedades, como son: problemas músculo-esqueléticos, dolor de piernas, luxación, deshidratación, infección de vías respiratorias y digestivas, abusos sexuales a mujeres, así como clima extremoso, red de trata de personas y hasta problemas con la delincuencia organizada.
Hoy en día la Unión Americana ha sufrido también los embates de la pandemia COVID-19, lo que obligo a las autoridades a emitir recomendaciones como el confinamiento, sana distancia, paro de actividades, ocasionando con ello una inmovilidad casi total de la economía y por ende un alto índice de desempleo.
Uno de los grandes beneficios que generan nuestros paisanos son las remesas. Los migrantes envían dinero para que sus familias intenten salir de la crisis económica, lo cual, supuestamente, disminuirá la pobreza.
Solo es un paliativo.
Aunque también apoya la mano de obra que se queda en el país, el incremento del consumo y con ello el mejoramiento de la economía local y también la recaudación de impuestos de la localidad.
Lo negativo de la migración es la pérdida de población económicamente activa de jóvenes; desintegración familiar y la problemática psicosocial que genera, es decir, la ausencia de miembros de la familia, y los problemas personales y emocionales que las parejas casadas deben enfrentar cómo consecuencia de la separación física, y la angustia de no saber cuándo regresará el ser querido.
Como si no fuera suficiente, en territorio estadounidense sufrirán múltiples formas de discriminación y racismo, tanto en la calle, en su trabajo, sueldos bajos dada su condición de indocumentado y por lo tanto de desamparo jurídico.
En estos momentos, y derivada de la epidemia del Covid-19, se ha frenado la expansión y la creación de riqueza de nuestro país. Si tomáramos una radiografía de las principales actividades económicas de México, tendríamos lo siguiente:
La cadena de valor automotriz norteamericana se encuentra afectada. México es el último eslabón de esta cadena (downstream). Desplomada en este momento.
Probablemente para fines de este mes de mayo podría reiniciar operaciones, por la presión que ejerce el presidente Trump.
Con las precauciones que al respecto se tomen, ojalá que así sea, por lo que significa para la economía mexicana.
Al estar la gente confinada, la demanda turística es nula y observamos que la actividad se encuentra también desplomada y tardará algunos meses su recuperación, según lo han externado expertos en la materia.
La caída estrepitosa de los precios del crudo, ha impactado a la baja los precios de la industria petrolera. Igualmente, en aprietos.
A pesar de la crítica situación que se vive en los Estados Unidos y que seguramente impactará los empleos de los migrantes, ellos en calidad de verdaderos héroes, incrementaron el envío a México de las remesas para el mes de marzo en un 35.7% respecto al mismo mes de 2019, sumando un total de cuatro mil 16 millones de dólares.
Lo cual significa una verdadera bocanada de oxígeno para la economía de nuestro país.
¿Cómo lo lograron?
Trabajando muy duro, pero probablemente lo que tenían ahorrado lo enviaron para verse beneficiados por la paridad peso-dólar.
Es de apreciarse, que pese a los problemas que enfrentan, no se olvidan de su tierra, de sus familiares, ni de sus tradiciones.
Y “hacen de tripas, corazón”, cuando de apoyar a su país se trata.
Últimamente venían ocupando el segundo lugar en inyección de divisas a México, tan solo después de la industria automotriz; pero por esta ocasión y aunque sea temporalmente ocupan el primer lugar en el ingreso de divisas a México.
Nuestro reconocimiento a estos mexicanos bien nacidos, porque meten el hombro a nuestra nación en estas horas difíciles.