Resulta preocupante que un mal que aqueja al planeta entero, en nuestro país se haya politizado, a grado tal que la ignorancia campea sobre el raciocinio.
Es inconcebible que sean actores políticos, algunos mal llamados líderes de opinión y hasta comediantes, cantantes y mediocres figuras del espectáculo, quienes promuevan la división y el odio entre los mexicanos.
En la juventud, aprendí algo de las leyes de la dialéctica, y en la realidad comprobé que los extremos se unen.
Hoy veo con más preocupación que tristeza, como los extremos políticos tensan la cuerda.
Fachos de huarache, derechistas trasnochados e izquierdozos que cuando mucho han oído hablar de Marx para Principiantes, elucubran con sus demonios.
Los primeros ven en AMLO al mismo casero del infierno.
Creen que desayuna niños vivos.
Los segundos pintan de rojo – uernos, cola y tridente incluido- a FCH.
Al mandatario le tachan de mesiánico, necio, vulgar ambicioso de poder, loco e incapaz, responsable de las carencias con que recibió el país, resultado de más de 30 años de corrupción descarada, que rayó en el cinismo durante los sexenios de Luis Echeverría, José López-Portillo, Carlos Salinas, Vicente Fox y Enrique Peña.
Para quienes quedarse anclados en un pasado que no volverá, FCH es culpable de los males por, según ellos, haberse robado la elección en el 2006.
Del ya extinto perredismo mediocre, es desperdiciar tiempo al referirnos a él.
Quienes por ambición política apuestan al fracaso de AMLO, aprovechando la pandemia, les cae como anillo al dedo la etiqueta de apátridas.
Les doy a conocer que para los derechistas pensantes, la máxima es: Por Dios, por mi Patria y por mi Familia.
Para los que pegan con la izquierda para cobrar con la derecha, les recomiendo lean a Lenin, Stalin, Mao y otros teóricos del marxismo -dirán, ¿esos quiénes son?- sobre el chouvinismo y la cuestión nacional.
Y por favor, entiendan que ni con AMLO fuera de Palacio Nacional ni con FCH anexado -ya no le envíen barricas de Bacardi Blanco- o encarcelado, vamos a superar la situación.
Unidad y cooperación es lo que requerimos hoy.
¡Ya llegará la hora de volver a pelear!
Por lo pronto, debemos abrir los ojos y aceptar que más para bien que para mal, nuestro sistema político ha cambiado.
Que hay un estilo diferente de gobernar.
Que con Fox y Calderón se mantuvieron los usos y costumbres más nefastos del priato.
Que con Peña los opositores leales -rastreros- y organizaciones clientelares vieron en el poder una fuente de enriquecimiento.
Son los que hoy se resisten al cambio y apuestan al fracaso del tabasqueño.
¡Les vale una pura y dos con sal, que al país se lo cargue patas de cabra!
¡Así son de mezquinos!