En los últimos meses, Paloma Arce Islas se ha convertido en obligada referencia en charlas no solo de militantes de Morena, sino de los demás partidos políticos.
Y entre ciudadanos de a pie, medianamemte informados.
Sin pagar espectaculares, sin aparecer en portadas de vistosas revistas de una sola aparición, ni crear cuentas falsas de Facebook, la morenista está en boca de todos.
Mucho más para bien que para mal.
Paloma se ha convertido en una jaqueca para quienes actúan como dueños de Morena en Querétaro.
Esa pandilla no quiso que fuese candidata a la alcaldía queretana.
Sabe que su compromiso no es cupular.
Que su respaldo en el partido proviene de la militancia.
De la que quienes se reparten candidaturas, están muy lejos.
No saben qué hacer para que Paloma decline su legítima aspiración.
Les quita el sueño su probable salida de Morena.
Institucional y disciplinada, juega con las reglas partidistas, aunque los árbitros descaradamente, en todo momento favorecieron a aspirantes sin arraigo ni compromiso con la 4T.
Paloma se ha convertido en referencia de los morenistas de a pie.
A todas horas, la pandilla se pregunta: ¿ya se fue?
La exdiputada se ha convertido en deseada candidata de otros partidos.
Empero, ella se mantiene firme en Morena.
¿Hasta cuándo?
En próximas horas, ella misma dará a conocer su ruta de vuelo.
Y este episodio dará la razón a la ¿todavía? morenista: se entregó la plaza a gente ajena al partido, y a Felifer.