Apenas inicia el sexto mes de su mandato y ya Mauricio Kuri González cayó al infierno.
O más correcto políticamente: si saben que el niño -ciudadanos en general- es chillón, para que lo pellizcan.
El gobernador queretano se halla en un brete.
Un brete político en que presuntos aliados lo han metido.
No a la fuerza, sino aprovechando sus titubeos e indefiniciones.
Desde antes de recibir las llaves de la Casa de la Corregidora, Kuri mandó señales encontradas: expresó que nadie del gabinete de quién lo hizo mandamás repetiría en su equipo.
Sin restar méritos, ahí está Marco del Prete.
Mariela Morán, cuestionada legisladora con licencia pretende seguir manejando la comunicación a través de incondicionales.
Mauricio Kuri no solo tiene que enfrentar al ambicioso adversario en casa.
Desde el Centro Cívico, a cargo de Luis Bernardo Nava Guerrero, también tratan de minar la fortaleza que conquistó en el 21.
Además de yerros propios, hay sucesos que lo minan.
Las desafortunadas
El encuentro del Jefe del Ejecutivo queretano con Joaquín López-Dóriga en diciembre pasado, donde encarnó el papel de cobrador de una deuda de Pancho Domínguez a un periodista local causó extrañeza en liderazgos azules.
«Mi estimado, escribiste lo que muchos pensamos y no podemos decir», me comentó panista de convicción por el artículo publicado en este portal los primeros días de enero, intitulado «¿Tú también Bruto (Mauricio)?»
El tema del reemplacamiento también motivó descontento ciudadano hacía la administración.
La francachela del cinco de febrero cuando se bloqueó la entrega de un escrito dirigido a AMLO por parte de la Unidad Cívica Felipe Carrillo Puerto.
Luego las declaraciones de Kuri y la secretaria de Gobierno, Guadalupe Murguía, advirtiendo que no habrá tolerancia a desmanes este martes ocho de marzo.
Feministas radicales no entendieron la voluntad de la llamada Dama de Hierro para llevar la fiesta en paz.
O de plano la ignoraron.
La gota que derramó el vaso, fue la violencia en La Corregidora, donde complicidades, corruptelas, -en niveles estatales, municipales y de particulares-, negligencias, falta de una estrategia de comunicación y descomposición social arrojaron decenas de heridos.
Por si fuera poco, horas después, el domingo seis, indígenas que con la complacencia municipal, resultado de las pugnas y ambiciones de Arturo Molina y Jorge Echánove, donde Joaquín González de León tiene metida más que la mano, dejan sueltos, mejor escrito manipulan vividores que se presentan como líderes, para adueñarse del Centro Histórico.
Esto provocó una reyerta, que puede escalar a mayores.
Qué decir del plantón de antorchistas que exigen el cumplimiento de acuerdos firmados con la Comisión Estatal de Aguas, desde el sexenio de Francisco Garrido para dotar del líquido a miles de habitantes de la zona norte de Cadereyta de Montes.
En Plaza de Armas se comenta que Lupita Murguía instruyó al director de la CEA no atender a ese sector de la población.
Para concluir: muchas teorías de la conspiración.
¿Los voceros gubernamentales saben qué es un control de daños?
Definitivamente ¡no!