¡Hasta pronto, Fer Tapia!

Hay veces, hay cosas que no quisiera escribir.

Mucho menos cuando son personales.

Ahora, hoy, me pasa.

En meses recientes, algunos amigos entrañables han partido de la tierra.

Me duele que de ellos no me despedí.

Fernando Tapia Rivera falleció hace unas horas de manera absurda, surrealista diría yo, en una unidad de transporte público.

Apenas hace dos o tres semanas charlé con él en su consultorio.

Como desde hace un año, quedamos de comer, lo que no habíamos hecho debido a las medidas sanitarias.
Psicólogo y homeópata, fue mi “chochero” durante años.

Idealista, soñador de un país mejor, congruente, ilustrado, fumador empedernido, amigo leal y sincero, compartimos con otros amigos largas noches de lunes en amenas e ilustrativas pláticas con Vicente Pérez, José Luis Urzúa, Lalo Morales, -con quienes seguramente ya se reencontró- Carlos Jiménez, Roy Garfias y Chucho González.

Siempre me despedía con un sincero “¡cuidate!”.

Fue un luchador de izquierda de verdad.

Un ser noble, con quien revivía recuerdos de los rumbos de San Cosme y sus loncherías, taquerías y piqueras, puntos de reunión de chilangos que en una mano cargábamos libros, revistas y periódicos y en la otra sosteníamos un trago o cerveza.

Disfrutaba lo mismo un humeante café, un caldo hirviendo, unos frijoles de la olla con una tortilla, queso y un chile serrano que un buen corte y dos, nunca uno más, tragos de mezcal, tequila o Habana nueve años.

Hoy, esta lamentable partida impactó a muchos parroquianos habituales y al personal del Restaurante 1810, donde a veces comía con Norma, su esposa y su hijo Yamil, joven y talentoso músico.

Fer, mi querido amigo, ya no viajará los fines de semana a San Luis Potosí.

Su inseparable boina ya no cubrirá su cabeza.

Desde estas líneas, te pido Fer, como muchas veces lo hice cuando Urzúa ya no salía debido a su larga enfermedad o Lalo estuvo internado antes de partir, salúdamelos por favor, y espérenme para retomar nuestras charlas.

Hay partidas que duelen, y la tuya, Fer Tapia, es una de ellas.

¡Descansa en Paz, amigo!

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