Escazú es ahora: por la protección de los y las defensoras del medio ambiente

La preocupación por proteger al ambiente comenzó a inicios del siglo XX, para el año 1962 se publicó el libro “Primavera silenciosa”, dónde la bióloga Rachel Carson expone los efectos negativos al ambiente (especialmente en los animales) del uso masivo e indiscriminado de plaguicidas como es el DDT. Dicha publicación le costó críticas y burlas de algunos científicos, sin embargo, el tiempo le dio la razón y al día de hoy su libro es considerado como un precursor fundamental en la historia de la protección del ambiente, ya que a partir de ahí surgió el movimiento ecologista y la creación de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos.

La primera conferencia de la ONU sobre el Medio Ambiente se celebró en 1972, generando la Declaración de Estocolmo; primer documento internacional en reconocer el derecho a un medio ambiente sano. Posteriormente, en 1992 en la Declaración de Rio se establece que el mejor modo de tratar las cuestiones ambientales es con la participación de todos, garantizando su derecho de acceso a la información y a la justicia.

Lamentablemente, al día de hoy, los desafíos que enfrenta el ambiente son demasiados y es la ciudadanía quien día a día está al pie del cañón, defendiendo a nuestro planeta y a nosotros mismos; ya sea cabildeando con autoridades o protestando públicamente, lo cual, no es tarea fácil ya que se enfrentan a grandes y egoístas intereses. Tan solo en México, entre julio de 2016 y diciembre de 2017 se cometieron 88 ataques hacia defensores del ambiente, acabando con la vida de 29 de ellos.

Esta situación no es exclusiva de nuestro país, sino que afecta en su mayoría a Latinoamérica, siendo esta región la más peligrosa para la defensa del ambiente, reportando más de dos tercios de los asesinatos a activistas del ambiente a nivel global.

A partir del 2018, México y 21 Países de América Latina y el Caribe firmaron el Acuerdo de Escazú, que busca garantizar el derecho para acceder a la información; a participar en la toma de decisiones; y de acceder a la justicia, en asuntos ambientales. Dicho documento constituye un instrumento jurídico vinculante que obligará a los países firmantes a cumplir con los objetivos planteados, y que pone especial interés en la defensa de las personas y grupos en situación de vulnerabilidad.

Para que el Acuerdo se haga realidad al menos 11 países deben ratificarlo, al día de hoy van siete. Nos quedan sólo 25 días para que los países lo ratifiquen, si no, perderemos esta oportunidad histórica.

El compromiso del Gobierno de México es claro, ya hizo su parte y envió al Senado el Acuerdo de Escazú para su ratificación; el balón está en la cancha de las y los senadores.

No podemos perder más tiempo.

Por todos y todas, Escazú es ahora.

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