En la sucesión gubernamental de 2009 los administradores del Partido Acción Nacional (PAN) percibían la elección como mero trámite administrativo.
Tenían control absoluto de los municipios, la Legislatura local, los senadores -Guillermo Tamborrel y Eduardo Nava (QEPD)- y los diputados federales eran azules.
El Revolucionario Institucional (PRI) era un desastre.
Su insignia era José Eduardo Calzada Rovirosa.
El senador, hoy por segunda vez, José Alfredo Botello Montes, abanderaba al panismo de convicciones.
El entonces exalcalde Armando Rivera Castillejos, lideraba a los neopanistas a punta de billetes.
Ambos tenían aspiraciones y posibilidades de suceder a Francisco Garrido Patrón.
Este, aconsejado por Ricardo «El Cerillo» Anaya Cortés se decantó por su incondicional Manolito González Valle.
Al calor de las definiciones, este escribano preguntó a quién fue poderoso secretario de Gobierno garridista si contemplaba una derrota ante el priista Pepe Calzada.
En la charla dijo, palabras más palabras menos: tendría que ocurrir una catástrofe.
Por esos días, semanas, en charlas con el entonces senador Calzada sobre el tema, espetó: si el candidato panista es Botello, no voy.
Garrido y Anaya hicieron candidato a Manolito y Calzada se alzó con la victoria electoral.
PP, como lo nombraban los cursis apareció en las encuestas a modo como el mejor gobernador del país.
Se rodeó y solo escuchó a sus PPBoys.
Algunos como Erick Gudiño, hoy Makugo Boys, lo encapsularon y le vendieron espejismos de que el adversario azul, era un fantasma.
Tanto incienso le quemaron, que al igual que hoy Makugo, se regordeaba cuando lo sumaban a la quimérica lista de presidenciales.
Hoy, la historia se repite.
Si bien es cierto que dos grupos de panistas compraron voluntades y conciencias de neomorenistas -uno el de Gudiño y otro ligado al ex mandamás Francisco Dominguez Servién- y escupen las orejas del inquilino de Casa de la Corregidora, diciéndole que «los bisnes» van bien, el mandatario queretano ya guarda muchos muertos en el clóset.
Y no todos los morenos están ciegos y mucho menos mancos.
En Morena Querétaro no hay nadie muerto.
Hay, eso sí, la firme intención de todos los grupos convencidos de la 4T, de conquistar espacios en el 24.
Al inquilino de Casa de la Corregidora el engrudo ya se le hizo bolas.
El poder se gana en las urnas, no en redes sociales ni en planas de publicaciones a modo.
La historia es para aprender.