Tardaron los responsables que cobran en el Centro Cívico en el área de Gobierno, encabezados por Joaquín González de León y el junior de quiénes algún día fueron duros panistas, los hermanos Urbiola Ledezma, Encarnación, para fajarse los pantalones y hacer valer el reglamento de comercio en la vía pública.
En las últimas horas del agonizante 2020, y luego de meses en los que lidercillos que lucran con el hambre y la necesidad de indígenas y mercaderes de la miseria ancestral, impidieron que decenas de familias, muchas traídas de otros estados, se instalaran en Plaza de Armas y calles del Centro Histórico.
Hasta el pasado septiembre, el ambulantaje era ya ajeno al primer cuadro de la ciudad.
Empero, con la llegada del tibio González de León y el ñoño José Encarnación se privilegiaron los cálculos políticos y se dejaron manos libres a industriales de la inconformidad como Sergio Jerónimo Hernández, Rogelio Orozco, «El Chino», entre otros, para apoderarse de espacios públicos, pese a la pandemia.
Aunque se impidió, de momento, que ambulantes, algunos ofertan mercancías chinas y bolsas con la muñeca Lele fabricadas en serie en León, Guanajuato, estos se concentraron en el Jardín Guerrero y la Fuente del Danzante.