Hace días la Comisión Nacional de Salarios Mínimos fijó los salarios mínimos que habrán de regir en el 2021, fijando un incremento del 15%, el mayor registrado a la fecha.
En México existe un añejo rezago del salario, causa de las desigualdades sociales.
Hasta la segunda mitad del gobierno de Peña Nieto los incrementos salariales eran apalancados a la inflación, y a partir de entonces se observó una ligera recuperación del salario.
Los bajos salarios permitieron bajos costos de producción, que hacen de las mercancías mexicanas más competitivas en el mercado exterior, pero en economía todo tiene un costo, por lo que que el mercado interno se ha comprimido, frenando la inversión en renglones que no dependen del comercio internacional.
En el actual gobierno una de las medidas adoptadas fue autorizar salarios mínimos superiores a la inflación, que en los últimos años no ha rebasado el cuatro por ciento.
Así el salario mínimo presenta una leve recuperación, luego de que llegó a estar casi 50% por debajo de un mínimo de bienestar.
En 2020 se incrementó 20% siendo de 142.14 pesos; en 2021 llegará a 163.46 pesos, sumando cuatro mil 903.83 pesos al mes.
Los trabajadores deberían alegrarse con este incremento, pero resulta que las mercancías registran alzas en un porcentaje similar, tanto en la tienda de la esquina como en las cadenas comerciales.
¿Qué otro efecto tendrá este nuevo salario?
El sector privado proponía un 10%, y ese desacuerdo entre iniciativa privada y gobierno gravitará en la ya deteriorada relación gobierno-IP, lo que a corto y mediano plazo significará un clima de inversión inestable y limitantes al crecimiento económico.
Este año, por la pandemia, de acuerdo a cifras del INEGI, un millón de empresas tuvieron que cerrar, las subsistentes están muy golpeadas por los bajos niveles de consumo e inversión y ahora ante un incremento de costos derivados de los nuevos salarios, muchas tendrán que cerrar, especialmente las pequeñas y medianas, lo que significa desempleo con todas sus secuelas.
La situación de muchas se agravará por el regreso a semáforo rojo, indicador del nivel de contagios de coronavirus y es previsible que desafortunadamente nuevas empresas se sumaran a las cerradas.
Si hacemos un cálculo optimista pudieran cerrar cien mil pequeñas y medianas empresas y si estimamos un mínimo de dos a tres trabajadores por cada una, incluyendo al propietario, tendremos unos 250 mil empleos perdidos que se sumaran a los no recuperados.
El impacto será considerable.
¿Qué hacer?
En Estados Unidos se acaba de aprobar un paquete de 900 mil millones de dólares para apoyar la economía, que se suman a los 1.4 billones de dólares en fondos gubernamentales regulares, así como una serie de exenciones fiscales.
El propósito es reactivar la economía al subsidiar trabajadores desempleados y empresas para que la economía no se contraiga aún más.
En México no se debe ideologizar el apoyo a la economía ni dejar a la población en el desamparo económico, es menester que se implementen programas amplios de ayuda en especial a los trabajadores, a las pequeñas y mediana empresas y al sector informal de la economía, los que al tener un apoyo económico no tendrán necesidad de salir a la calle a propiciar la alta expansión de los contagios del coronavirus.
Pero se requiere un programa de impacto económico, no ayudaditas para la escenografía política, que ni son extensivos ni sirven de mucho.
Si los trabajadores se benefician con el nuevo salario, que no se pierda en el desempleo ni el país se suma aún más en una crisis económica no vista en casi cien años.